Fuente. Carlos Galan

¿Ves el mundo como una competición en la que debes quedar en primer lugar? ¿Sigues la filosofía del ‘hoy por ti, mañana por mí’, sin excepciones? ¿O eres más de dar y dar, sin esperar nada a cambio?

En el mundo laboral actual se pueden encontrar 3 perfiles de empleados: los receptores, o enfocados en coger y no dar; los igualadores, que ofrecen un favor a cambio de otro; y los dadores. Este último tipo es una «rara especie de personas que contribuyen a los demás sin esperar nada a cambio», explica el psicólogo organizacional Adam Grant.

Si no caen en la pasividad o improductividad, los dadores pueden ser un perfil de trabajador especialmente atractivo para las empresas.

Por un lado estarían los receptores, las personas enfocadas en coger, recibir, que asumen que nadie va a preocuparse por ellos y, por tanto, deben priorizar sus propios intereses y necesidades. Ven el mundo como una carrera en la que competirán por destacar. ¿Ayudar a los demás? Solo como estrategia, y si el beneficio supera el coste del esfuerzo.

Por otro se encuentran quienes buscan igualar el dar con el recibir: son defensores del quid pro quo, es decir, que si reciben un favor se preocuparán por devolverlo —empleando un nivel similar de esfuerzo—, y si lo realizan esperarán la correspondiente contraprestación.

Finalmente, el tercer grupo es el de los dadores o donadores, o simplemente generosos, que piensan primero en los demás y buscan cómo ayudarles.

«Durante generaciones, nos hemos centrado en los motores individuales del éxito: pasión, trabajo duro, talento y suerte. Pero, hoy en día, el éxito depende cada vez más de cómo interactuamos con los demás», explica Adam Grant, autor del libro, que ha sido señalado como uno de los mejores del año por varios medios, empresas y personalidades.

«En el trabajo, la mayoría de las personas actúan como tomadores, igualadores o dadores. Mientras que los tomadores [o receptores] se esfuerzan por obtener lo máximo posible de los demás y los igualadores pretenden hacer un intercambio equitativo, los dadores son la rara especie de personas que contribuyen a los demás sin esperar nada a cambio».

Este último perfil se expone a que se aprovechen de él o a la baja productividad en el peor de los casos: el dador pasivo que busca evitar el conflicto; sin embargo, fuera de este subtipo, puede convertirse en un activo esencial para las empresas y en especialmente atractivo para los empleadores.

Los dadores pueden llegar a los puestos más altos y ser ingenieros más eficientes o vendedores más rentables que los otros perfiles de trabajadores.

«Grant propone que estas personas de alto rendimiento son estratégicas en las decisiones que toman y en los límites que establecen. Esto, por supuesto, es lo que también les hace más atractivos y deseables para los empresarios», analiza Bill Sanders, experto en negociación y director general de la consultora Mobus Creative Negotiating, en un artículo en CNBC.

Frente a la postura de tomar o recibir ante una negociación, predominante en el pasado, los tiempos van cambiando y demandan otra cosa. «Ahora existe una ciencia del trato, con décadas de pruebas sobre lo que separa a los grandes negociadores de sus compañeros. La historia es diferente: ser dador puede ser en realidad un signo de inteligencia», afirma Adam Grant, en una columna publicada en The New York Times en la que menciona estudios que apuntan en esa dirección.

La diferencia la marca el ser un dador con una intención en la generosidad y un enfoque en los objetivos a largo plazo, en lugar de un dador pasivo que cede para huir de problemas, se bloquea y queda por debajo de las expectativas.

«Ser consciente de las buenas técnicas de negociación o de toma de acuerdos puede ayudarte a convertirte en un exitoso dador negociado, en lugar de un dador pasivo improductivo», concluye Sanders.

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